30 de outubro de 2011

A LENDA DE AUREANA E PENA CUNTÍN

O pasado mes recibía nun correo, por xentileza do compañeiro Manuel Igrexas, quen gusta de mergullarse nas hemerotecas e que sempre me fai partícipe das súas descubertas sobre Agolada, esta interesante lenda de Aureana. Nunca a escoitara anteriormente. Fora publicada por Manuel Galego Iglesias, veciño de Órrea, no xornal "El Pueblo Gallego". O orixinal está en castelán e así vola transmito para perpetuala e contribuír a enriquecer o acervo inmaterial aqualatense.
No que respecta a este picouto tan sobranceiro no horizonte e vértice onde xuntan as parroquias de Brántega, Órrea e Val de Sangorza, cabe indicar que o pobo dálle dúas denominacións igualmente válidas: Pena Cuntín ou Pena Gundín.
Se cuenta que el tío Pedro de Portelo, un orrense de pura cepa, fue a las siegas de trigo a Castilla... Una vez allí fue objeto de un trato especial por el señor de los dorados y anchos campos de la llanura castellana, el cual lo elige como paje y, por tal motivo, el salario es elevado. Finalizó la siega. Iba a llegar el día anhelado del regreso. La despedida fue sigilosa a los ojos de los demás porque el “patrón” le encargara una extraña misión, misión ésta tan secreta que debía realizar antes de que nadie le viese en el pueblo. Tres grandes quesos metidos en un fardo, tenían que llegar intactos a Pena Cuntín y una vez allí, pronunciaría unas palabras al son de las cuales se había de abrir el peñasco misteriosamente, dando lugar a que fuesen internados por la gran abertura. Un tanto incrédulo nuestro paisano prometió cumplir las órdenes al pie de la letra, pero la “morriña”... esa ansiedad inquietante que llevamos eternamente unida a nuestro espíritu, esa nostalgia que se funde con nuestro “yo” cuando nos sentimos lejos, le hizo correr presuroso a abrazar los seres queridos que había dejado. No obstante guardó aquel secreto que juzgaba extravagante y ridículo. Ocultó su fardo lo mejor que pudo para cumplir la palabra dada.
A la mujer nada puede escondérsele porque tiene un sentido especial para hallarlo... debido a ello de nada le valió al tío Pedro poner todo su empeño en el escondrijo, ya que la mujer sin esfuerzo los encontró. Al ver aquellos quesos tan coloraditos la fascinaron y “en un santiamén” probó fortuna cortando uno de ellos pero... ¡oh sorpresa... le dejó el cuchillo ensangrentado! La buena mujer salió de allí haciendo más cruces que si viera al mismo diablo.
Al día siguiente, el tío Pedro va a cumplir su misión ignorante de lo sucedido. Ya ante el peñasco anuncia las palabras de ritual: “AUREANA, AUREANA, TOMA O PAN DA TÚA MAMA, QUE BEN COCIDO OU MAL COCIDO, HACHE SABER COMA TRIGO.”
Un ruido subterráneo dejó atónito al tío Pedro, quien al ver abierto el peñasco, soltó automáticamente los quesos que cayeron rodando en aquella sima y sin dar tiempo a que el espantado espectador saliese de su asombro, vio subir dos bellísimas damas montadas en sendos caballos, mientras que una tercera, extremadamente hermosa, apuraba a otro caballo que no pudo saltar por faltarle una pierna (la cual había cortado la mujer en el queso.)
Cada cual le obsequió en demasía. Las primeras de dieron bolsas de oro y piedras preciosas, la última le rogó que se acercase y con un semblante muy triste le ofreció, para su mujer, una falda primorosamente bordada, encargándole mucho que, al ponerla, la ciñese fuertemente. Sin decir más, se volvió a su encanto, mientras las otras marcharon en sus caballos voladores hacia Castilla.
El tío Pedro, examinó una y otra vez las bolsas y restregando los ojos, por no estar en lo cierto todavía si aquello era un sueño o una realidad. Al volver de su asombro “puso pies en polvorosa” para referir a su mujer el inesperado acontecimiento. Ufano con el botín y encantado con la falda, se creía el más feliz de los mortales, mas temía que Aureana mandase algún castigo a su “costilla” y, para fortuna de ésta, decidió ensayar con un roble que había en el camino dando como consecuencia que, al ceñirla, se inflamó de tal forma, que a poco pudo salir de allí el infeliz viendo como falda, roble y tesoro, se convertían en cenizas...
Algunos viejos dicen acordarse de las cenizas negras... y no faltó quien asegurase haber oído, en algunas noches, ayes lastimeros de la Aureana encantada en Pena Cuntín, en espera de otro queso que se transformase en caballo sin que la mano leve de una mujer lo mutile de nuevo.
Publicado en EL PUEBLO GALLEGO, 25-6-1961, p. 80
A foto do autor do texto foi tirada do arquivo do propio Manuel Galego Iglesias, facilitado pola súa filla Inmaculada.

2 comentarios:

  1. Moi bonita lenda! E cantos tesouros similares se perderán na noite dos tempos por non ter que os saque a luz e os amose ó mundo.

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  2. Quódome con dúas cousas:
    1ª Pena Cuntín ou Pena Gundín.
    Calquera dos nomes é fermoso.

    2ª ...pero la “morriña”... esa ansiedad inquietante que llevamos eternamente unida a nuestro espíritu, esa nostalgia que se funde con nuestro “yo” cuando nos sentimos lejos. Que verdade tan grande.

    Díxome un rapaz de hoxe,... prefiro morrer de fame en Galica que de pena polo mundo. Eu calei.
    Desde o Pico Sacro.

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